No puedo decir que estos tiempos son peores. No lo tengo realmente claro, entonces no lo voy a asegurar. Pero si puedo decir que en esta época "postmoderna" como le llaman algunos existe una nueva, gran y atemorizante enemiga. En realidad son dos: La resignación y la pasividad. Están superpuestas como un sustrato., pero son distintas. Aseguro esto porque en realidad la diferencia siempre existió, siempre ha existido. La gente que logra escalar se queda arriba a costa de pisar a la que tiene abajo da lo mismo que sea licita o ilícitamente. Relajo total y absoluto. Sencillamente nos cansamos de luchar. Todos sabemos quienes son, que hacen, como lo hacen. No quiero sonar gremialista, pero es una realidad: Somos nosotros los tarados que soportamos estas diferencias.
La gente se cansó de ser "rebelde", ahora se manifiestan de otra forma. Quizás escribiendo, quizás pensando (como yo). Eso no sirve. Esta mierda de texto no sirve. Y los que antes escribían ya no les importa, porque se dieron cuenta de que escribir no sirve. Y a los que no les importaba, ahora empiezan a buscar ilícitos para trepar. Decadencia total, así es la realidad. De a poco nos resignamos, de a poco pasamos a ser parte de este sistema. Ya no nos interesa luchar, no nos interesa soñar con algo mejor, no nos preocupa nuestro prójimo. Somos hedonistas, tristemente lo somos. ¿Alguien sabe como acabar con esto? No se puede, sencillamente porque no reaccionamos. Todos sabemos lo que está ocurriendo, que el mendigo afuera muere de frío y de hambre, mientras a la señora de un candidato presidencial ya no le alcanza para comprar coca-cola (Que mala broma), pero nos limitamos a lamentarnos. "No se puede hacer nada" decimos todos.
Ahora superpuesta, ligada, fundida con la resignación está la pasividad. Ya que nuestra resignación es absolutamente inofensiva, no sirve para nada. Esa pasividad debiese ser cambiada por pasión (pathos), una pasión sufrida, que duela, que nos motive a cambiar, a gritar. Y no me refiero a gritar en la calle, sino a una actitud, a pensar gritando, a escribir gritando, a hacer notar nuestro dolor, nuestra pasión. Hay que hacer que nos apeste nuestra condición, nuestra resignación, nuestra pasividad. Hay que sentir una aversión por nuestra pasividad. Cuando sintamos realmente una aversión real por nuestra condición resignada y pasiva, aquel día pasaremos a ser algo útil.