¡Caiga, pues, sobre mi, el afilado rizo del fuego; conmuévase el éter con el estampido del trueno y el huracán de los vientos desatados; que la tormenta sacuda la tierra en la raíz misma de sus hondos cimientos; que invadan las olas del mar con bárbara furia los celestes caminos de los astros; que arraste mi cuerpo el irresistible torbellino de la necesidad hasta el fondo del negro tártaro!
¡Como quiera, no podría darme por vencido!
(Esquilo).
sábado, 21 de febrero de 2009
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"PROMETEO ENCADENADO"
ResponderEliminarlo leí en la U para teatro.
jaja sube textos tuyos po' Dan, así la cosa tiene mas sabor.
pasa por el mío, lee y postea ad-hoc :)