miércoles, 29 de julio de 2009

De resignación y pasividad.


No tenemos grandes esperanzas, no tenemos grandes ideales. No sabía cómo empezar a escribir sobre esto, así que resolví hacerlo con una afirmación clara y concisa. Parto con un hecho actual, a la mejor profesora de mi carrera la echan por no pagarle los honorarios. ¿No hay plata? Falso. Hay millones gastados en otras tonteras, quizás pasando cierto porcentaje a los bolsillos de las estimadas y maquinales autoridades. ¿Algo que hacer? Nada, solo mirar como mi educación se ve perjudicada por las autoridades y sus prioridades o sus malas gestiones. También el otro día tuve extrañamente una conversación sobre mi vida estudiantil con mi padre (nunca las tengo, no son frecuentes). ¿El tema? Los almuerzos del casino de la universidad. Tranquilos, no se espanten, no voy a hacer ninguna crítica al puré desabrido o a los fideos a medio cocer. Al menos me quitan el hambre. Sólo le comentaba a mi padre de las tremendas diferencias entre la comida, atención e infraestructura que nos ofrecen a nosotros a diferencia de los suculentos platos elaborados y el salón VIP que usan los altos funcionarios. Absolutamente injusto. Pero no es eso lo interesante en mi reflexión. Lo realmente curioso es lo que me dijo mi papá: "¿Qué esperabas? va a ser así siempre. Cuando trabajes va a ser igual, en todos lados es así. Siempre es así." Lo triste es que tiene razón; sin embargo, hay algo aún más triste y es nuestro reflejo, el reflejo de todos nosotros: Nuestra resignación. Nuestro alto grado de resignación.
No puedo decir que estos tiempos son peores. No lo tengo realmente claro, entonces no lo voy a asegurar. Pero si puedo decir que en esta época "postmoderna" como le llaman algunos existe una nueva, gran y atemorizante enemiga. En realidad son dos: La resignación y la pasividad. Están superpuestas como un sustrato., pero son distintas. Aseguro esto porque en realidad la diferencia siempre existió, siempre ha existido. La gente que logra escalar se queda arriba a costa de pisar a la que tiene abajo da lo mismo que sea licita o ilícitamente. Relajo total y absoluto. Sencillamente nos cansamos de luchar. Todos sabemos quienes son, que hacen, como lo hacen. No quiero sonar gremialista, pero es una realidad: Somos nosotros los tarados que soportamos estas diferencias.
La gente se cansó de ser "rebelde", ahora se manifiestan de otra forma. Quizás escribiendo, quizás pensando (como yo). Eso no sirve. Esta mierda de texto no sirve. Y los que antes escribían ya no les importa, porque se dieron cuenta de que escribir no sirve. Y a los que no les importaba, ahora empiezan a buscar ilícitos para trepar. Decadencia total, así es la realidad. De a poco nos resignamos, de a poco pasamos a ser parte de este sistema. Ya no nos interesa luchar, no nos interesa soñar con algo mejor, no nos preocupa nuestro prójimo. Somos hedonistas, tristemente lo somos. ¿Alguien sabe como acabar con esto? No se puede, sencillamente porque no reaccionamos. Todos sabemos lo que está ocurriendo, que el mendigo afuera muere de frío y de hambre, mientras a la señora de un candidato presidencial ya no le alcanza para comprar coca-cola (Que mala broma), pero nos limitamos a lamentarnos. "No se puede hacer nada" decimos todos.
Ahora superpuesta, ligada, fundida con la resignación está la pasividad. Ya que nuestra resignación es absolutamente inofensiva, no sirve para nada. Esa pasividad debiese ser cambiada por pasión (pathos), una pasión sufrida, que duela, que nos motive a cambiar, a gritar. Y no me refiero a gritar en la calle, sino a una actitud, a pensar gritando, a escribir gritando, a hacer notar nuestro dolor, nuestra pasión. Hay que hacer que nos apeste nuestra condición, nuestra resignación, nuestra pasividad. Hay que sentir una aversión por nuestra pasividad. Cuando sintamos realmente una aversión real por nuestra condición resignada y pasiva, aquel día pasaremos a ser algo útil
.

viernes, 17 de julio de 2009

Sequía

Estoy en una crisis creativa. No se me ocurre que escribir, es un hecho. Me he sentado a pensarlo constantemente porque en realidad es preocupante el cuanto dura. ¿Porqué ocurre? ¿Porqué me he sentido tan vacío los últimos dos años? sin chispa, sin ganas, sin nada.
me preguntaba...¿estaré reseco? si, lo pensé varios meses, hoy retomé esa posibilidad. Pero ahora la descarté de plano. No, no hay posibilidad. No estoy reseco sentimentalmente, mi alma ha vuelto a vibrar, mi corazón a latir con fuerza, he vuelto a desvelarme pensando, me han dado un alma que no tenía....sigo sufriendo, sigo queriendo, sigo extrañando, pero sigo sin escribir.
¿Será lisa y llanamente que ahora el mundo me parece más bello? ¿será que el "enamoramiento" me tiene un poco bobo y ahora la gente me parece más agradable y el mundo más atractivo? No. Estoy seguro de que no es eso. Podría haber tenido una producción masiva en mis épocas de "nada", sencillamente porque me sentía apestado.
¿Será que preciso de una fuerte emoción de dolor para motivarme a escribir? ¿Necesito sentirme totalmente solo y abandonado para exhorsisar mis demonios? ¿Será que me es indispensable sentirme profunda e intensamente triste para escribir algo realmente decente? Puede ser...no estoy seguro. Habían veces en las que estaba feliz y conseguía escribir algo aceptable. No puedo descartar de plano esta posibilidad, aunque tampoco asumirla como una irrefutable verdad. No sé.
¿Que será...?